Si habéis leído la entrada que escribí hace seis semanas motivada por el estreno de Portlandia en IFC, recordaréis que me dejó bastante a cuadros, más que nada porque me sentía demasiado joven y alejado de Portland para comprender tres cuartas partes de las referencias que se hacen en la serie o los estereotipos que se intentan representar. Tras acabar su primera y cortísima temporada según estándares estadounidenses, tengo que decir que la cosa no ha cambiado mucho y que sigo sin entender un carallo de lo que nos quieren representar.
Sin embargo, sin haber cambiado, es cierto que la cosa ha mejorado algo. Aunque no los entienda, hay veces que los chistes hacen gracia por sí mismos sin necesitar el contexto portlandiano para reforzarlos, y de este tipo suele haber uno o dos por capítulo. Realmente no merece la pena verlos enteros cada semana sólo para pillar una o dos coñas, si tenemos en cuenta que IFC suele subir los sketches a Youtube. Es mucho más fácil leerse una o dos críticas en cualquier blog estadounidense que siga esta serie e ir a ver las piezas decentes y pasar del resto. De todas maneras, me parece que no soy el único que tiene esa sensación de WTF casi constante. Si vais a la página de vídeos y buscáis el de las Harajuku Girls del capítulo tres, veréis que el comentario mejor valorado dice «What! The Heck! Did I just watched? 7 times…», lo que me devuelve la fe en mi inteligencia (mal de muchos, consuelo de tontos…).
Aún así, a pesar de todo de vez en cuando Fred y Carrie se marcan uno o dos sketches que son universalmente entendibles, y muchas veces incluso buenos, capaces de críticas sobre la banalidad de la condición humana con algo de gracia y un punto de sarcasmo. Ejemplos de esto serían «Over», sobre lo efímero de las modas y el elitismo de todos los grupos sociales, o «Did you Read?», que versa sobre la avalancha de información de hoy en día que llega a impedir situar el foco de nuestra atención en las cosas realmente importantes, la necesidad del hombre por estar encima de sus semejantes y la cultura del pues-yo-más. Para mí, estos dos en concreto son los mejores de toda la serie, y cuando hacen cosas como estas, Portlandia se sale.
A destacar también los actores invitados. Si en el primer capítulo Steve Buscemi había sido lo más destacable de una media hora bastante mediocre, en el resto de episodios la aparición de actrices y actores conocidos siguió subiendo el nivel de una serie que no los necesitaba y que a veces incluso no era capaz de usarlos correctamente. Si el de Buscemi, los de Sam Adams (el alcalde real de Portland, en un gran ejercicio de autoparodia poco visto en política) o los de Aubrey Plaza (adoro a esta mujer) sí estuvieron bien, el de Gus van Sant o Nick Kroll fueron simplemente decepcionantes.
Como veis, Portlandia tiene pinta de ser esa típica serie de o la odias o la amas, más que nada por esa eterna sensación de confusión y ridiculez que destila por todos sus poros, y la confirmación de esto llegará en la segunda temporada que ya ha sido ordenada. Realmente no es ni una serie mala ni la panacea a la sequía cómica que se ha visto este año en la televisión estadounidense, simple y llanamente no es para todos los paladares.