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¿Qué voy a ver en la temporada 2011/2012?

12 Sep

Como viene siendo habitual en los últimos años, el estreno de la nueva temporada de Sons of Anarchy da el pistoletazo avanzado de salida al curso televisivo estadounidense, aunque el plato gordo no llegue hasta dentro de un par de semanas. Así que va siendo hora de confeccionar el calendario de lo que voy a ver, o al menos empezar a ver, el año que viene. En total, y contando sólo lo que empieza de septiembre a noviembre, salen 48 series a la semana, y eso sin sumar las de otros países ni las que vaya viendo por culpa de las buenas críticas que se les den por la blogosfera. Ni añadir todas las que empiezan en midseason (que me llaman mucho más que las de temporada regular, la verdad), como Smash, Are You There, Vodka? It’s Me, Chelsea o Awake. Pero bueno, enumeremos las de ahora:

Nuevos estrenos:

The Playboy Club (NBC, 19 de septiembre)

Pan Am (ABC, 25 de septiembre)

Suburgatory (ABC, 28 de septiembre)

Homeland (Showtime, 2 de octubre)

American Horror Story (FX, 5 de octubre)

Hell on Wheels (AMC, 6 de noviembre)

Le echaremos un ojo:

New Girl (FOX, 20 de septiembre pero con preair ya rulando)

Free Agents US (NBC, 21 de septiembre)

Whitney (NBC, 22 de septiembre)

Person of Interest (CBS, 22 de septiembre)

Terra Nova (FOX, 26 de septiembre)

Man Up (ABC, 18 de octubre)

2 Broke Girls (CBS, 19 de octubre)

Grimm (NBC, 21 de octubre)

Once Upon a Time (ABC, 23 de octubre)

Allen Gregory (FOX, 30 de octubre)

Nuevas temporadas:

Sons of Anarchy (FX, 6 de septiembre)

Parenthood (NBC, 13 de septiembre)

It’s Always Sunny in Philadelphia (FX, 15 de septiembre)

Archer (FX, 15 de septiembre)

How I Met Your Mother (CBS, 19 de septiembre)

Glee (FOX, 20 de septiembre)

Raising Hope (FOX, 20 de septiembre)

The Middle (ABC, 21 de septiembre)

Modern Family (ABC, 21 de septiembre)

Blue Mountain State (Spike, 21 de septiembre)

The Big Bang Theory (CBS, 22 de septiembre)

Community (NBC, 22 de septiembre)

Parks and Recreation (NBC, 22 de septiembre)

The Office (NBC, 22 de septiembre)

The Mentalist (CBS, 22 de septiembre)

Nikita (CW, 23 de septiembre)

Fringe (FOX, 23 de septiembre)

The Simpsons (FOX, 25 de septiembre)

Family Guy (FOX, 25 de septiembre)

The Good Wife (CBS, 25 de septiembre)

Boardwalk Empire (HBO, 25 de septiembre)

American Dad! (FOX, 25 de septiembre)

The Cleveland Show (FOX, 25 de septiembre)

Being Erica (CBC, 26 de septiembre)

Dexter (Showtime, 2 de octubre)

Hung (HBO, 2 de octubre)

How To Make It In America (HBO, 2 de octubre)

House (FOX,3 de octubre)

The League (FX, 6 de octubre)

Bored to Death (HBO, 10 de octubre)

The Walking Dead (AMC, 16 de octubre)

Chuck (NBC, 21 de octubre)

Abandono:

Hawaii Five-O (CBS, 19 de septiembre)

El reboot de los Gregson

3 Abr

Si no fuera porque he visto las dos temporadas anteriores, al ver el capítulo con el que empieza esta tercera tanda de United States of Tara hubiera dicho que es una serie nueva que acaba de debutar el lunes pasado.

Realmente al ver este primer episodio de la temporada he tenido la sensación de que se trataba más de un piloto que de una serie que tiene dos años en sus espaldas. Desde la falta de ese opening tan bueno que tiene (aunque habiendo alters nuevos tiene sentido que lo hayan eliminado), la elección de Comic Sans como fuente para parte del título de la serie al principio del capítulo, la manera en la que se abrieron las nuevas tramas, la sustitución de su identidad visual tan característica por una más genérica… casi todos los elementos de esta entrega gritaban episodio piloto a pleno pulmón.

Y sin embargo, viendo el contenido del capítulo, todo encaja. Al fin y al cabo, todos los personajes, cada uno a su manera, están iniciando una nueva etapa en sus vidas bastante diferentes a lo visto hasta ahora, a pesar de que el pasado intenta que no lo consigan. Tenemos a Tara, que habiendo aceptado que nunca se va a librar de sus alters decide retomar su carrera universitaria sólo para encontrarse con un profesor de esos tan típicos, gilipollas y más que subido a la parra. Además, la preocupación de Max por lo que le puede causar el estrés universitario a Tara y la razón por la que ésta lo dejó la primera vez está creando ciertas tensiones, incluyendo lo que parece la aparición de una nueva y misteriosa personalidad alternativa, tan malvada y autodestructiva que el resto de los compañeros tienen que enfrentarse a ella antes de dar su apoyo a la Tara original.

Quizá la vuelta a la universidad del personaje de la Collette aporte un nuevo punto de vista sobre la enfermedad que sufre. Si en las dos temporadas pasadas se nos ha dado una visión sobre las consecuencias del DID en los ámbitos emocional, familiar y laboral, este año parece que vamos a verlo desde un prisma académico, aprovechando la polémica existente entre los profesionales del campo sobre la existencia real o no de esa enfermedad.

Para el resto de los personajes, también tenemos nuevos comienzos. Charmaine tiene que enfrentarse a las consecuencias de su embarazo y de la cancelación de su boda con Neil a su lado y formando una pareja que no es pareja, y con Kate, que se ha mudado a la casa de su tía y vuelve a buscar un trabajo normal después de la ida de olla de la Princesa Valhalla, que es precisamente lo que le impide encontrarlo. Y Marshall, pues empieza un nuevo nivel en su relación con Lionel, el del un compromiso más serio que el típico beso ocasional.

Y para terminar, la que para mí es la parte más floja de la serie: esa excavación arqueológica en el pasado de Tara y la búsqueda de las raíces de su enfermedad. Cuando este arco argumental aparece en el capítulo, suele cortar completamente el ritmo de la historia y mi interés en lo que se está viendo cae en picado. Menos mal que aunque Buck y Charmaine tienen interés en buscar al hermanastro ese, Tara pasa mil de él, lo que me imagino que hará que al principio tengamos menos raciones de esta trama, aunque estoy seguro de que a lo largo de la temporada nos veremos cada vez más implicados en ella.

En resumen, a pesar del shock inicial en cuanto al nuevo aspecto de la serie, no ha sido un mal debut de temporada y por lo que leo por ahí a gente como Sepinwall la cosa sólo va in crescendo, así que habrá que estar preparados para un año movidito. Y lo que me gusta que sea así.

La ceguera de Jackie

1 Abr

Una de las frases más lapidarias, tanto por contexto como por contenido, que nos dejó la temporada pasada fue sin duda ese «blow me» con el que Nurse Jackie cerró su segunda temporada. Un doble sentido genial que cerró una temporada estupenda, tanto que para la tercera tanda de capítulos recién empezada va a ser toda una proeza igualarla.

De momento, empieza con buen pie para conseguirlo. El capítulo inicial retoma la historia justo donde la deja el segundo season finale, con Jackie riéndose delante del espejo en un ejercicio de autonegación de su condición de drogadicta de manual, que continúa durante todo el capítulo y presumiblemente durante toda la temporada.

La parte procedimental de este primer episodio refuerza esa idea. A través de la analogía del padre que pierde al hijo por pensar que está durmiendo o ligando por ahí en vez de pensar que le haya podido pasar algo, es decir, creer que una cosa no es grave cuando en realidad es todo lo contrario. Jackie peca justamente de esto en lo a que su adicción respecta, y está empeando a afectar a sus relaciones personales mucho más de lo que a ella le gustaría. Tanto Kevin como la Dra. O’Hara están bastante cabreados con ella y con razón, pero sus reacciones, aunque parecidas, son fundamentalmente diferentes. Mientras la mejor amiga tiende a separarse físicamente de Jackie sin dejar de rallarse por lo que le pasa, el marido se aleja emocionalmente y de paso se lleva a las hijas. Estoy seguro de que a lo largo de la temporada la cosa va a ir a peor antes de mejorar, si es que mejora.

Al fin y al cabo, el comportamiento que está exhibiendo Jackie es el típico de un yonki al que poco a poco las drogas le van ganando la partida por el control de su vida, y en esta tercera temporada ese enfrentamiento ha llegado a su segundo acto: el resentimiento o incluso pérdida de relaciones sociales y personales importantes. El tercero ya os imagináis cuál es: soledad total con el percocet y la vicodina como únicos compañeros de viaje y la desesperación que eso conlleva en todos los campos vitales. La gran duda estriba en si la enfermera va a ser capaz de espabilar antes de llegar a él.

Por otro lado, Zoey. Qué grande y a la vez qué chiquilla es esta ídem (¿no estaría bien un spin-off sólo de ella?). Ahora que está metida en una relación con el chico de las ambulancias su lado infantil queda más a la vista si cabe, comportándose como una quinceañera enamorada con la virginidad recién perdida, que no puede evitar proclamar a los cuatro vientos su nueva situación. Ella, con sus pijamas de colorines y su personalidad alegre, actúa junto a la cada vez más genial Akalitus como casi único alivio cómico de una serie que según los organizadores de los Emmys se supone que es una comedia.

En resumen, muy buen inicio de temporada y muy buena continuación a lo que hemos visto el año pasado. Si la serie con este nivel durante los capítulos venideros podemos estar hablando de una de las mejores tandas del año, y teniendo en cuenta lo fuerte que ha estado el cable estadounidense este año televisivo, es mucho decir.

Las distancias de Shameless

29 Mar

Creo que no es la primera vez que digo por aquí que las dos primeras temporadas de la Shameless original son grandísimas, sin duda de lo mejor que ha dado la televisión británica. Por eso no entiendo la decisión que ha tomado su contrapartida estadounidense de fundirlas y convertirla en una sola.

Y no lo entiendo por un motivo en concreto. Resumir veintipico episodios en doce te quita libertad para desarrollar tus propias tramas y tus propios personajes, lo que te resta el elemento de distanciamiento tan necesario en este tipo de remakes. Y tirando un poco más de la manta, si tienes un buen material de base, ¿por qué no aprovecharlo todo lo que puedas y extenderlo durante las dos temporadas que dura de verdad, y así te aseguras una continuidad entre ellas más suave?

Pero bueno, a pesar de eso, Shameless US acabó alejándose argumentalmente todo lo que pudo de la serie de Channel 4, aunque no fuera mucho. Ethel (la niña de cogida de Kev y Verónica) junto con ciertas características de los personajes eran los ejemplos más claros hasta que llegamos al season finale, y esa resolución un tanto sorprendente si sabes como termina la segunda temporada de la versión inglesa. Pero claro, aquí no tenían que lidiar con el hecho de que la actriz que hacía de Fiona dejara la serie. Estoy seguro de que el año que viene, gracias a ese final, la cosa cambiará muchísimo y Shameless US dejará de inspirarse tanto en la gente de Chatsworth y buscará su propio camino en las tramas.

Donde sí lo ha encontrado desde un principio es en el aspecto visual. Cuando Showtime echó el primer capítulo allá por febrero, una de las críticas más constantes fue que la suciedad omnipresente de la versión inglesa había desaparecido por completo. Pues bien, pienso que Shameless US es como el típico coche que no ha visto un túnel de lavado en su vida: va lentamente cogiendo capas de polvo hasta que alguien escribe con los dedos «cerdo» en el maletero. Y esta serie ya está en ese punto, el season finale no está tan limpio como el piloto. Pero claro, también hay que tener en cuenta que las motas de polvo de Chicago no son las mismas que las de Manchester. Si en Inglaterra impera una suciedad verbal por encima de la visual, en Estados Unidos la cosa da la vuelta, y esa escena en los últimos momentos de todos los papeles en la calle volando alrededor de Lip lo demuestra. Los de Showtime no se cortan en apelar a imágenes más… digamos asquerosas para reforzar la idea de clase baja.

Quizá leyendo esta entrada pueda inferirse la idea de que la serie no es tan buena como debería o que languidece en comparación a la versión inglesa. Todo lo contrario. Viendo que los responsables han buscado una adaptación fidedigna al original, creo que no se podría haber hecho mejor, y Shameless US es de calle uno de los mejores estrenos del año.

Hank Moody y el amor paternofilial

28 Mar

Ayer acabó la cuarta temporada de Californication, y lo hizo con un season finale que por momentos pareció más una despedida y cierre que un continuará. Menos mal que sabemos desde enero que tendrá un quinto año, porque si no hubiera sido un final bastante frustrante.

Desde el punto de vista formal ha sido un episodio bastante raro, que en algunas escenas se ha atrevido a romper ciertos moldes que aún siendo la serie que es parecían inamovibles. Por ejemplo, aunque sí es cierto que Californication usa en extremo el recurso onírico para representar deseos, ansiedades y preocupaciones varias (recordad que la serie empieza con el famoso sueño de la monja y la mamada, al que han vuelto en el penúltimo capítulo), nunca habían tirado de la fusión de metraje como símbolo de evolución de personajes. Sin embargo, también ha tenido otros momentos que resumen perfectamente la esencia de la serie, y estoy mirando en concreto a esa cena de celebración del inicio del rodaje de Fucking & Punching. Fue a la vez trágicamente graciosa, tristemente honesta y visualmente impactante. El problema que tuvo esa escena es que no fue capaz de construir una tensión adecuada a lo que estaba en juego, al momento resolutorio de la temporada entera, una vez que ya estaban sentados a la mesa a pesar de intentarlo con esas conversaciones en el porche de la casa de Stu; y este es un asunto que lleva arrastrando durante toda esta tanda de capítulos: quiere crear un vínculo emocional con el espectador para que a éste le importe algo lo que está viendo sin perder el ritmo rápido que le caracteriza, pero simplemente no puede. Intenta reinventarse, pero sólo recicla cosas ya vistas o directamente las coge de otras series: el «You Can’t Always Get What You Want» de los Rolling Stones se usó de la misma manera como mínimo en House hace ya unos cuantos años, y coche por la carretera recuerda a Six Feet Under una barbaridad.

Así a todo, desde el lado argumental, estos doce episodios no han hecho más que confirmar lo que ya sabíamos: Californication es una historia de amor paternal disfrazada de gamberrismo visual y emocional. Al hacerse Becca cada vez más mayor, Hank puede hablar con ella aún si cabe más de tú a tú, y la chiquilla es al fin y al cabo quien actúa de Pepito Grillo y es ella por quien Moody se plantea lo que está haciendo con su vida, si merece la pena llegar a la autodestrucción total dejándose a su hija por el camino. Es otra cena, esta vez con los cuatro mosqueteros (Karen, Hank, Runkle y Marcy) creo que es en el capítulo diez, en la que definitivamente se explota la sabiduría vital de Becca, y es ella quien trae la nostalgia de tiempos mejores sin dejar de señalar que el cambio es necesario. Pero por supuesto, tanta ida y venida emocional le pasa factura, y cada vez es más clavada a su padre con esa alma atormentada que se refugia en los vicios para escapar de los problemas.

De hecho, en este capítulo final se le pregunta a Hank por qué quiere tanto a Karen, y él contesta que no lo sabe. Mi teoría es que sí, la quiere, pero si no fuera porque es la madre de Becca el escritor no hubiera luchado tanto por ella. Por cierto, la serie casi siempre nos pinta a Moody como culpable de todos los problemas de la relación. Fue agradable ver durante el testimonio de ella en el juicio cómo la abogada le saca los colores y deja caer que igual la rubia también está un poco loca y tiene al menos algo de culpa de lo que hay.

En el otro frente, Marcy, Runkle y su reto de tirarse a 100 mujeres, cada una más trallada que la anterior. Lo del hijo estaba visto en el momento en que se nos dio a conocer que la vasectomía podía no estar bien hecha, no digáis que no. Todo lo que pasó desde ahí hasta el final sólo fueron obstáculos metidos de manera que se pudiera retardar la resolución de esa trama.

En definitiva, una temporada bastante buena a pesar de no llegar a estar por encima de la magnífiquérrima Season 1 y aunque con ella la serie empiece a dar muestras de cierto cansancio. El año que viene podría ser uno perfecto para darle el cierre definitivo sin dejarnos con la típica sensación de serie chicle.