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La mediocridad del medio (valga la rebuznancia)

25 Dic

Lo típico durante el parón de Navidad es tirar de series que se tiene guardadas en un cajón para intentar sobrellevar como se pueda la falta de las habituales. Sí, yo también lo hago, cómo no, y este año además de It’s Always Sunny in Philadelphia (que ya terminé y a la que le dedicaré otro post en días venideros) y de los documentales de la ESPN 30 f0r 30 (que estoy empezando ahora), cayó The Inbetweeneers, una serie inglesa muy cortita que va de cuatro chavales en edad de instituto que no son ni frikis ni terriblemente populares; vamos, que están en el medio de la escala social.

La historia empieza cuando Will (el de la izquierda de gafas) se cambia a un instituto público cuando su madre deja de poder pagar las facturas del privado al que iba hasta el momento. Es el típico cliché de friki con pasta: pijo como el sólo pero más patoso que Alfred J. Kwak e incapaz de adaptarse completamente al nuevo entorno social en el que se encuentra, tanto que provoca muy a menudo mucha vergüenza ajena. Pero allí, y a pesar del rechazo inicial, consigue hacerse colega de Neil, Jay y Simon (de izquierda a derecha). Neil es bastante lentillo, pero es quien tiene más éxito entre las chicas; Jay es un salido y un fantasma, pero no es más que una máscara para cubrir su fragilidad; y Simon es un tío muy neurótico e histérico que lleva enamorado de su amiga Carli desde tiempos inmemoriales y poseedor del mejor secundario de la serie, un Fiat Cinquecento amarillo del que todos se avergüenzan.

Las tramas y los diálogos, sumados a estos personajes, hacen de The Inbetweeners una serie muy simpática. Pero viniendo de Channel 4, esperaba una dosis mayor de mala leche. No me malinterpretéis, sigue muy bien el esquema de las series de la cadena donde las situaciones y comentarios irreverentes lo son todo, y sin embargo, le falta ese punto para llegar a ser igual de buena que otras producciones de la misma cadena. Teniendo en cuenta eso, es una serie muy regular en la que todos los capítulos son igual de buenos (salvo contadas excepciones, claro) y la conexión con alguno de los personajes (a no ser que fueras el quarterback del equipo de fútbol americano en el instituto o la animadora jefa) está garantizada, aunque no sea precisamente muy realista en algunos aspectos. Es interesante también la relación de nuestros protagonistas con sus padres, que van desde la sobreprotección a directamente hundir a tu hijo en la mierda con tus comentarios.

Como digo es una serie muy cortita, tres temporadas de seis capítulos de veinte minutos nada más. En un día está vista. Creo que no va a haber cuarta temporada, como mucho la peli que han empezado a rodar en agosto de este año en Creta y quizá un par de especiales para darle un final definitivo. Pero ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno.