Pues así como vino ya se fue la primera tanda de episodios tercera generación de Skins, y las sensaciones enfrentadas que me provocó el primero de ellos siguen sin moverse ni un ápice. Sin embargo, la impresión inicial sí ha mejorado y mucho, y aunque no tanto como las anteriores, esta remesa de chavales ha terminado por convencerme.
Eso no quita que no tenga problemas, más que cualquiera que las dos anteriores. Skins siempre tuvo un personaje más fuerte que los otros, que es el que provocaba el verdadero conflicto de la serie, léase Tony en la primera y Cook en la segunda. En esta tercera parecía que ese personaje iba a ser Mini pero ésta acabo por diluirse a la sombra de Matty, que tampoco es capaz de llegar al nivel de awesomeness del mayor de los Stonem y del Cookie Monster. Quizá este sea uno de los motivos por los que esta generación parece más blanda, por decirlo de alguna manera. Si bien Skins se caracteriza porque en la primera temporada presenta a los personajes y a sus vidas y en la segunda es cuando irrumpe con un verdadero estallido en la trama, esta vez ha sido demasiado poco emocionante.
Volviendo a Mini, cuando hablé por aquí del primer episodio de esta temporada dije que no me gustaba mucho y que preveía que su historia iba a ser la típica de la bitch que es así por culpa de sus inseguridades y tal y cual. Resulta que tuve razón a medias, que las inseguridades sí estaban ahí, pero la trama fue más allá. En ningún momento fui capaz de pensar que la iban a hacer pillarse por Franky y además tan sutilmente, en la que fue seguramente la mejor evolución de todas sin desmerecer a la del resto de personajes. La verdad es que al final no hay ninguno que no me haya gustado, quien más y quien menos tiene su parte interesante. En este sentido, una vez más Skins no decepciona.
Sin embargo, la sensación que tengo es que se han desperdiciado unos muy buenos personajes con una historia general bastante regulera que casi raya en el culebronismo, mucho más que años anteriores. Los problemas con los padres siguen ahí y la visión de las figuras de autoridad como gente incompetente o directamente gilipollas también, pero por muy bien que la cuenten la verdadera trama fue demasiado simple. Mini, Liv, Franky, Nick y Matty se lían casi todos con casi todos y listo, mientras Grace y Rich van a su bola y Alo se convierte en la Pandora de esta generación, terriblemente infrautilizado. Ahí es donde se nota esa falta del enfant terrible que comentaba antes, alguien que le de vidilla a las cosas destrozando todo lo que toca.
Quizá lo que le falta a esta generación es encontrar su propia voz. La primera tenía ese humor desenfadado presente hasta en los peores momentos y la segunda esa sombra y oscuridad constantes. ¿Y la tercera? De momento nada que la haga destacar por encima del resto. Y esto lo saben hasta las audiencias, que siendo diplomáticos digamos que son mediocres y ponen en peligro la existencia de una cuarta tanda. Ahora les queda un año por delante para corregir todos los fallos que tiene y remontar. Sin embargo y como dicen ellos en un momento que parecía pretender recuperar el espíritu del Wild World, esta generación es un lío, es fallida, pero me gusta.