Archivo | España RSS feed for this section

Sobre el spoiler de Hispania

16 Sep

Siempre que se habla sobre spoilers sí o spoilers no, se monta un revuelo. Junto con el VOS vs. doblaje, Barça vs Madrid, PP vs. PSOE y Homer vs. Homero, debe de ser de los temas más polémicos del Internet español. Hoy se ha montado uno de esos revuelos en Twitter y en el resto de redes sociales por culpa de la noticia que daba Vertele y otras webs del ramo sobre la muerte de Viriato y la continuidad de Hispania. ¿El dato histórico es spoiler o no es spoiler? Mi respuesta: depende.

Uno de los argumentos que más he leído por ahí para decir que no lo es, es que es Historia, y como tal, es conocimiento general. Todo el mundo ha escuchado el «Roma no paga a traidores». Todo el mundo sabe que en Rome Julio César muere, que en The Tudors Ana Bolena acababa decapitada y que en Boardwalk Empire Al Capone va a acabar en el trullo por evasión de impuestos. Hasta ahí estamos de acuerdo.

Pero no nos olvidemos que la gracia de ver una serie de televisión no es únicamente que te cuenten una historia, sino cómo te la cuentan. Ese es uno de los factores por el que se pone a caldo, por ejemplo, a remakes de todo tipo y condición, por lo que se alaba la Shameless estadounidense por encima de la original y por lo que se le dio palos a los primeros capítulos de The Office de la NBC comparada con la de Ricky Gervais. Siendo exactamente las mismas tramas, la manera de contarla no es la misma.

El spoiler de Hispania en realidad son dos revelaciones. Primero: Viriato muere. Segundo: lo hace al final de la tercera temporada. Es decir, te dicen cómo va a seguir la trama y cómo y cuando lo va a contar. Y si sólo fuera la primera no pasaría nada, el problema lo tengo con la segunda. No quiero saber a cuatro o seis meses vista lo que va a pasar en el season finale, máxime cuando todo el mundo daba por supuesto que Viriato moriría en el series finale. ¿Dónde queda la sorpresa de ver que no? Probablemente sería una de las mayores de la tele española de los últimos años, junto con el horrendo final de Los Serrano. ¿Para qué voy a ver yo la temporada si ya sé lo que pasa al final? Ya me espero a la cuarta y ya me veré uno de esos previously’s de 10 minutazos que se marcan, que total ya es lo mismo.

En conclusión: el dato histórico por sí sólo no es spoiler. Anunciarlo así, sí. Así que mal por Antena 3 y por el tío que dio la rueda de prensa por desvelarla. Y mal por Vertele al haberlo puesto en el titular, y no sólo en el cuerpo de la noticia y haber advertido de lo que había.

La que se repite

7 Ago

Este para mí es el verano de La que se avecina. Después de años de no hacerle ni puto caso -como a casi todas las series españolas, la verdad- un día pillé las repeticiones que echan en FDF, me quedé a verlas y me gustó. Así que decidí ir a seriesyonkis y darle una oportunidad más en serio y hasta ahora, que acabo de empezar la cuarta temporada.

La primera cosa que salta a la vista tras un visionado compulsivo es que no es una serie que resista un visionado compulsivo. Una de las bases del humor característico de La que se avecina es la repetición y el uso de catchphrases, hasta el punto que se podría decir que intenta beber de series clásicas como Peanuts (la escena de Estela Reynolds en el columpio) o incluso salvando la distancia, que es equivalente a la de la Tierra con Alfa Centauri, Arrested Development (el «merengue, merengue» con bailecito y la gallina de GOB). El problema es que no hace caso a los anuncios de tráfico y no bebe con moderación, se pilla unos pedos del quince y acaba repitiéndose más que el ajo. Está bien usar catchphrases, pero si las machacas demasiado pierden su impacto y la gracia de ver al personaje soltarlas, y más cuando salen dos o tres veces por capítulo. «Antonio Recio, mayorista, no limpio pescado», «¿Qué somos, leones o huevones?» o «Fernando Esteso me chupó un pezón» ya han perdido gran parte de su gracia.

Y no es el único punto en el que se repite. A partir de la tercera temporada La que se avecina ha hecho lo que ninguna serie debe de hacer jamás: acomodarse en una fórmula. Aunque desde el principio usa la estructura de tres tramas por capítulo -muchas veces desechando la continuidad establecida en episodios anteriores, por cierto-, lo que está reflejado en los títulos, en sus inicios estaba mejor repartido el tiempo en pantalla entre todos los vecinos, pero a partir del tercer año pierde ese equilibrio y pasa a centrarse en darle una trama a Amador intentando un plan descerebrado para recuperar a la Cuqui, otra al Recio intentando un plan descerebrado para algo de la comunidad o de su mujer, y la tercera a las chicas del Ático o a Estela Reynolds. Y a partir de ahí, agrupan a los vecinos en camarillas alrededor de estos personajes principales. Al principio estaba bien y hacía gracia, pero ahora también cansa. Y cansa más cuando aún encima, repites tramas. La del alquilar el piso del moroso, para que el nuevo vecino de problemas y tener que inventar alguna argucia para echarlo, o la de que Amador venda sus servicios sexuales para ganar dineritos con desastrosos resultados las he visto por lo menos dos veces. Pasa lo mismo con el arco argumental principal de las temporadas tres y cuatro: en la tercera el Recio busca al moroso y en la cuarta al amante de su mujer.

Parece que la pongo a parir, y es así a medias, sí. Pero La que se avecina sigue teniendo sus cosas buenas, por supuesto. Y en mayor número que la gran inmensidad de las series españolas. Por ejemplo, y esto todo le mundo lo sabe, el punto más fuerte de esta serie son sus personajes. Están perfectamente definidos, y suelen tener más de una capa emocional, lo que es bastante en los tiempos que corren. Esto se nota sobre todo en Enrique Pastor, Lola (que para mí está infravalorada) y Amador, que muchas veces se debaten entre el amor y la comunidad o entre la locura y el sentido común. Además, los actores están bien, son creíbles en sus papeles y saben hacer que el humor físico funcione. Antonio Recio no sería Antonio Recio sin la capacidad de Jordi Sánchez de tirarse por los suelos, dar palmadas o pegar saltitos de forma curiosa. Quizá el weakest link sea Vanesa Romero, pero también hay que decir que desde Aquí no hay quien viva ha dado un salto cualitativo como actriz (de mala con ganas a simplemente creíble).

Dicho todo esto, mi veredicto es que, por culpa de tanta repetición machacona, La que se avecina es una serie que jamás me compraría en DVD. Ver un capitulillo suelto puede sacarte sin problemas de esos momentos de tedio irremediable e incluso sacarte algunas carcajadas, pero tragártela como si de bombones Godiva se tratase puede sumirte en él.

¿Qué hace falta para tener unas series de calidad?

5 Abr

Hace unos meses descubrí que la biblioteca de la Facultad de Filología de la Universidad de A Coruña tiene una pequeña y muy escondida sección sobre televisión, y uno de los libros que se pueden leer allí es Planet Simpson: How a Cartoon Masterpiece Documented an Era and Defined a Generation, de Chris Turner. En él, junto a una avalancha de datos varios y análisis literario y cultural de The Simpsons, llama la atención una cita que no he sido capaz de encontrar en otro sitio. No recuerdo ni quién la soltó ni siquieras las palabras exactas, sólo sé que fue un británico y que debió de ser en algún momento de los años 70; pero bueno, venía a decir que mientras los estadounidenses estaban haciendo cosas inteligentes, avanzadas y capaces de criticar casi en tiempo real aspectos peliagudos de la política y la sociedad de ese país y citando en concreto a M*A*S*H, en Gran Bretaña llevaban 30 años haciendo The Benny Hill Show.

Es muy probable que no la conozcáis, es normal. Sin embargo, lo primero que os vendrá a la cabeza es el paralelismo evidente de la cita con la situación actual de la tele española. Juer, si hasta hace nada se escuchaba (si es que alguna vez se ha dejado de decir) lo mismo por estas tierras: mientras en Estados Unidos sacan The Wire y en Gran Bretaña Extras, aquí en España tenemos las Matrimoniadas y Los Serrano con el sueño de Resines.

Ahora bien, que esa frase se esté escuchando en España es síntoma de algo, de que las cosas están cambiando. En 1980, pocos años después de esa cita, la BBC estrenó Yes, Minister, que fue la primera de una larga serie de producciones de tinte político, basadas en mayor o menor medida en la realidad, que llega hasta nuestros días (The New Statesman, A Very British Coup, House of Cards, Party Animals, The Thick of It), y de paso se convirtió en uno de los verdaderos revulsivos de la ficción televisiva británica y cimiento de lo que estamos viendo hoy en día desde las islas.

De esas experiencias se puede extraer que cuando un país puede reflejar fielmente y con éxito los problemas endémicos de su sistemas políticos y sociales contemporáneos, y como plus además puede reírse de ellos, es que está preparado para la televisión de calidad. España tuvo un primer intento en 2001 con Moncloa, ¿digame?, que creo que fue la primera producción a nivel estatal de El Terrat y de la que sinceramente no recuerdo mucho. El problema es que no tuvo éxito (aunque las malas lenguas dicen que le pasó lo mismo que al CQC de Wyoming…). ¿Pero y ahora, que Canal + se está lanzando al ruedo con producciones propias? Lo más cercano es Crematorio, aunque de momento el tema sea más tangencial que otra cosa. Países como Polonia, con Ekipa, o Francia con L’État de Grace también lo han intentado. Quizá las excepciones obvias en este sentido sean Alemania, que estará de por siempre anclada en los krimis tipo Tatort o Alarm Für Cobra 11 – Die Autobahnpolizei, e Italia, que mientras Berlusconi controle todos los medios no hay nada que hacer. De todas maneras, la sátira política es un indicador importante, pero no es ni definitivo ni necesario.

Desde luego, construir una televisión de calidad no es cosa de un día ni de una sóla persona. Existen cuatro factores que influyen en la consecución de ese objetivo. España está caminando hacia ellos, pero no es cosa exclusiva de la piel de toro: toda Europa está empezando a converger con Gran Bretaña y Estados Unidos en lo que a calidad seriéfila se refiere. Lo hace muy lentamente, pero lo hace. ¿Y por qué? Pues por que estamos empeando a cumplir esos cuatro factores, que son:

1.- El público lo demanda.

La cuestión primordial es crear una demanda por la televisión de calidad. La diferencia entre los casos del Reino Unido y de Estados Unidos está en el medio por el que se ha creado. En el mundo anglosajón casi se ha metido con calzador, se han producido así hasta que el público se ha acostumbrado a ellas. En la Europa continental, ha sido la facilidad que da Internet para acceder a los contenidos de calidad la que ha materializado esa demanda. Sin el P2P y Megaupload, ¿de qué iba a aparecer en el widget de noticias urgentes de última hora de la portada de El País la renovación por dos temporadas de Mad Men, una serie que sólo se ha echado en abierto en España cuando a Cuatro le daba la gana y siempre a las cuarenta mil de la mañana? Visto eso, está claro que la demanda existe.

2.- Las series, aunque no sean buenas, se alejan del género tradicional de cada país.

Realmente esto es un corolario del punto 1. Casi todos los países tienen un género que domina la producción de series nacionales casi desde la introducción de la televisiones privadas. Alemania tiene el krimi, Inglaterra tuvo el humor de tetas y culos y España la dramedia familiar. Cuando el público se cansa de ellas, sea por Internet sea por lo que sea, las audiencias bajan, evidentemente. Así que se busca un nuevo género. En España la investigación en ese campo tiene dos ramas que parece que funcionan un poco, la histórica (Águila Roja, Hispania, Tierra de Lobos) y la fantástica (El Barco, El Internado). En cualquier caso, parece que la dramedia familiar está superada.

3.- La televisión de pago empieza a desarrollar ficción de producción propia.

En Estados Unidos, quien realmente tira del carro de la calidad televisiva es el cable, y en concreto cuatro cadenas: HBO, AMC, Showtime y FX. En España, ya empieza a ser un axioma el calificar a Canal + como la versión patria de la HBO gracias a Crematorio, Oído Caníbal o Qué fue de Jorge Sanz. Olvidaos por un minimomento de la calidad, y fijaros en la cantidad. Ni siquiera AMC entró tan fuerte en la producción propia, daros cuenta de que aunque hubiera hecho dos series en los 90, en la etapa moderna (desde Mad Men para adelante) sólo lleva 5 (la propia Mad Men, Breaking Bad, Rubicon, The Walking DeadThe Killing) y una miniserie (el remake de The Prisoner). Pero Canal + no fue la primera, el honor le corresponde a TNT con Todas las mujeres.

El caso es que empieza a haber movimientos en este campo, y como digo, ya no sólo es en España. Por ejemplo, Sky Italia tiró para adelante con Romanzo Criminale, Fox Italia sacó Boris, Sky UK tiene Mad Dogs, Canal + Francia sorprendió con la ganadora del Emmy internacional de este año Carlos y con Braquo, la belga BeTV hizo Matroejska’s (está la echó Cuatro cuando empezó, por cierto),… Y todas tienen algo en común: son mejores que la mayoría de lo que se ve en abierto. Pero eso es normal, es lo que tiene no tener que depender tanto de las audiencias.

4.- La televisión pública también mete baza.

La televisión pública en Estados Unidos (PBS) es una coña marinera, pero no hay ninguna duda de que la BBC es una de las mejores cadenas del mundo en lo que a ficción se refiere. Como dije, fue la que emitió Yes, Minister, que dió el pistoletazo de salida a lo que hay ahora. Es uno de los referentes oficiosos del resto de televisiones estatales, y si no lo es debería serlo.

Aunque más que el cable, la televisión pública no depende tanto de las audiencias como la privada. Y eso se nota en el tipo de producción que hacen. Los últimos ejemplos de series grandísimas provenientes de las públicas en Europa están en la DR danesa, con Forbrydelsen (de la que hablaré en unos días, y que a lo mejor os suena más por su remake americano: The Killing) o la TF1 de Francia gracias a series como DolmenEngrenages. TVE, aunque de vez en cuando se saque de la manga un remake un poco chusco de Las Chicas de Oro, parece querer hacer algo en ese sentido también, por ejemplo con Los Misterios de Laura, Gran Reserva, Ciudad K, Plutón BRB Nero… que pueden ser mejores o peores pero sí buscan ese punto de calidad extra. Y en cuanto una serie lo encuentre y además haga buenas audiencias, las privadas empezarán a copiar ese estilo de hacer televisión. Y ya se sabe, cuando el consumidor se acostumbra al caviar y al Moët & Chandon, es casi imposible hacerle volver a las hamburguesas del McDonalds.

Quizá echéis de menos a los guionistas, directores, etc… pero no los incluyo por una razón: talento lo hay en todas partes. En mayor o menor medida, pero lo hay. Es simplemete cosa de que se les dé un vehículo apropiado para mostrárselo al mundo con las mínimas interferencias posibles. Por el resto, como véis, España y Europa empiezan a cumplir con estos puntos. Llamadme optimista, pero creo que es cuestión de tiempo de que salga esa serie que sea aplaudida unánimemente por crítica y público, que sea buena de verdad y no buena para ser española, y que arrase en audiencias. La serie que dé el pistoletazo de salida a una edad de oro de las series nacionales, la Yes, Minister patria. Y de ahí a producir una respuesta capaz de plantarle cara a The Wire o a Extras hay muy poco.

Arde Valencia

12 Mar

Tuve un pequeño dilema interno sobre si ver Crematorio capítulo a capítulo o pegarme el maratón cuando acabara la temporada, más que nada porque estoy viendo demasiadas series juntas y, sobre todo, porque desde el primer momento me ha dado la impresión de que es una de esas series que se disfruta más cuando recuerdas vivamente los pequeños detalles, algo que cuesta un mayor esfuerzo si ves una entrega a la semana. Sabiendo que estoy escribiendo esto y que la serie sólo lleva un episodio emitido, ya os imaginaréis que lo que he hecho al final.

No recuerdo una serie española que haya tenido tanto hype por parte de la crítica blogosférica como Crematorio. Una vez más, acecha sobre una serie el peligro de las hiperexpectaciones que tan fácil se forman cuando todo el que la ha visto antes de su emisión la pone por las nubes. Afortunadamente, esta vez me congratula poder decir que al menos el primer episodio de la nueva producción de Canal + es capaz de salvar este riesgo cumpliendo lo que se promete.

Crematorio es la historia de un corrupto, uno de los muchos de todos los colores que campan a lo largo y ancho de España. Esa historia está contada en cuatro frentes: el político, el criminal, el familiar y el histórico, valga la rebuznancia. El primero está representado por todos los tejemanejes que el señor Rubén Bartolomeu (interpretado magistralmente por Pepe Sancho) se monta para conseguir meter bajo su bota a la clase política valenciana y que está íntimamente relacionado con el segundo, que por un lado le sirve para » hacerse respetar» y cumplir sus propósitos, pero que también los pone en peligro por la siempre presente amenaza de las mafias rusas tan genialmente representada en una simple corona de flores.

El lado familiar y el histórico también están enlazados. Por lo que se ve a través de los flashbacks, si la voluntad de su familia se hubiera cumplido el Sr. Bartolomeu (había escrito Rubén a secas, pero es que Pepe Sancho acojona tanto que hasta parece una falta de respeto incluso sabiendo que es sólo un personaje de una serie de televisión) no estaría ahí. Estoy seguro de que imponer sus deseos por encima del de su madre y su hermano no ha sido precisamente un paseo por la playa, y tengo mucho interés por ver cómo continúa esa parte y cómo se relaciona con la familia actual, tan dispar y diferente a lo que vimos en esa villa en el 81.

Ya veis, Crematorio es una serie muy compleja. Y tiene pinta de que la cosa se va a liar más, hasta que de repente todo arda. Porque no, el nombre de la serie no es en vano; el fuego es una constante. Gracias a él, como vemos en los flashbacks, comenzó el ascenso de Bartolomeu y por su culpa va a caer. El crematorio que gracias a él consiguió licencia es algo secundario, realmente nimio e incluso trivial, en sus negocios pero será lo que dé con sus huesos bajo el suelo o en la cárcel, veremos. Como dicen los angloparlantes el diablo está en las cosas pequeñas, y si no que se lo digan a Camps y a sus trajes.

¡Se sienten, coño!

23 Feb

Sólo hay que echarle un vistazo a cualquier medio de comunicación español cada 23 de febrero para saber la importancia que el golpe de estado de Tejero, Milans del Bosch y compañía tuvo en la historia reciente de este país. Incluso hace un par de años TVE y TVC coprodujeron una miniserie sobre el hecho que se titulaba 23-F: El día más difícil del Rey, seguro que os acordáis de ella. Yo lo hice hace un par de días, y aprovechando una noche en la que ya se me había acabado todo lo que tenía bajado y que está colgada en la web de RTVE, me dispuse a verla de nuevo.

No se puede negar que esta miniserie de dos partes es, al menos, un producto digno, y más si la sometemos a la comparación con ciertas producciones que últimamente se está sacando Telecinco de la manga. La labor de documentación que se puede apreciar durante todo el metraje es magnífica y los decorados y caracterizaciones se ven realistas y están muy bien conseguidos, lo que ya es un gran punto a favor para darle un cierto aire de veracidad al tema (y no, no voy a entrar en si lo que se nos cuenta aquí es verídico o no, que esto es un blog de series y bien que se advierte al principio que es una ficción). Pero la mayor fortaleza de 23-F está en el guión, que es capaz de mantener los momentos de tensión e interesar al espectador sobre unos hechos que, a no ser que seas un anacoreta que ha vivido bajo una piedra durante los últimos 30 años, todo el mundo sabe perfectamente como se resuelven. Ese es el gran obstáculo a la hora de hacer una serie basada en la Historia y no es tarea fácil superarlo, cosa que hace perfectamente 23-F.

Pero por otro lado, precisamente el estar basado en hechos tan recientes permite que no nos tengamos que recrear en las consecuencias del golpe en la vida civil, eso lo tiene todo el mundo en la memoria. Así que tira hacia otro lado, hacia las repercusiones que el éxito del asalto al Congreso tendría en la vida de la familia real y la espada colgada sobre sus cabezas en ese momento que es el exilio, algo que la Reina Sofía ya había vivido en sus carnes tras el Golpe de los Coroneles en Grecia el 21 de abril de 1967. Es un movimiento bastante inteligente que permite subir aún más la apuesta y darle tensión dramática a la cosa. La pena es que no funciona del todo, y la culpa es al 50% de los actores, que no saben transmitirla, y de los diálogos, que son bastante torpes en esos momentos.

Pero donde esta miniserie falla de verdad es en los personajes. Vamos a dejar a parte al típico niño de las series españolas, esta vez representado por Su Alteza Real Felipín de Los Cojones, que más que adorable es insoportable (el personaje). Simplemente no me trago que el Rey sea el paradigma de la bondad y la humildad tal y como parece en la miniserie. Que será rey, pero también es una persona, y que se fume un pitillo a espaldas de la Reina de vez en cuando no es suficiente para darle ese punto de humanidad. Sospecho que ha habido presiones externas para que no se le retratara peor así que tampoco me voy a recrear en el tema, simplemente me quedaré en que no es realista. Eso si, Lluís Homar  hace un gran trabajo con lo que se le da (este tío cada vez que lo veo más me gusta como actor), pero así como en Hispania no tiene a nadie que realmente esté a la altura de su gigante capacidad interpretativa, en 23-F está Emilio Gutiérrez Caba como Sabino «Ni está ni se le espera» Fernández Campo, que sólo con sus expresiones faciales transmite perfectamente una mezcla de preocupación y de engranajes rodando en su cabeza que da a entender mucho más de lo que dicen sus palabras. Juan Luis Galiardo y Pepe Sancho también dan la réplica bastante bien desde el lado de los golpistas.

En definitiva, 23-F: El día más difícil del Rey está bastante bien, pero queda algo empañada por detalles que realmente muchas veces se escapan del guión. Entiendo por qué hizo un 31 y un 35% de audiencia, pienso que se mereció ese éxito. Y realmente, después de Felipe y Letizia, se echan de menos más miniseries de este estilo.