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Scoundrels

25 Ago

Queda ya poco para que se acaben las vacaciones, y con ese final llegan también los de las series de verano. El domingo pasado ya acabó una su primera temporada (y muy posiblemente única), Scoundrels, segundo intento de la ABC de adaptar la neozelandesa Outrageous Fortune a los gustos estadounidenses después de un piloto en 2008 llamado Good Behaviour.

Aunque la premisa, que es una familia de criminales, los West, que es obligada por la madre a dejar de cometer delitos cuando el padre es metido en la cárcel, es interesante, y la historia en sí tiene sus momentos y es entretenida, hasta que llegamos a la season finale. Pero los personajes y sobre todo, la producción de la serie dejan bastante que desear.

Empecemos por lo malo. ¿Cuál era el problema de pagar un sueldo más y contratar a dos gemelos para hacer de Cal y Logan, en vez de coger a un sólo actor y ponerle a hacer de los dos? Si lo fueras a hacer bien, pues no habría problema, pero es que Patrick Flueger no es un actor tan solvente. Y si la producción no ayuda… En la season finale, en la escena en la que está Cal discutiendo con su novia, se veía perfectamente como el lado derecho de su bigote postizo estaba despegado.

Por otro lado, tenemos la música de fondo (el score, vaya), que está presente en el 99.5% de las escenas en cada capítulo, hasta el punto de ponerme nervioso. Que si fuera bueno, pues dices, «vale, lo soporto», pero es que además suena genérico, sin nada que lo distinga de otras series.

Después, los personajes. No hay ninguno realmente interesante, y muchos de ellos son insoportables, empezando por Heather y siguiendo por Wolf. Los únicos con algún destello de vez en cuando son la madre, Cheryl, y la hija menor, Hope.

En cuato a la season finale, pues qué decir. Se han sacado de la manga cosas que ni siquiera se intuían durante el resto de la temporada con tal de poder acabar la temporada tal como los guionistas querían que acabase. Todo el rollo del personaje del abuelo, que lo único que hacía en episodios anteriores era estar sentado en el sofá cual planta salonera, y del que incluso daban a entender que tenía algo de demencia o alzheimer o algo por estilo, resulta que es fundamental a la trama, y sin rastro de locura. Y mientras, de los Hong, que se supone importantes en la serie, pues ni rastro.

Pero bueno, aunque de momento no lo parezca, Scoundrels también tiene sus cosas buenas. Tiene momentos muy graciosos, como en el episodio en el que Heather emborracha y seduce al policía que custodia a su padre en un entierro para que pueda ir a una fiesta que tenían montada en casa. Y lo que es la historia en sí, está bien escrita, y es potable. Y es una pena, porque está totalmente estropeada con detalles tontos.

Si no tenéis nada que ver y estáis dispuetos a soportar ese tipo de fallos, pues echadle un ojo. Yo personalmente, siempre le tendré algo de cariño a esta serie, más que nada porque un episodio suyo fue lo último que ví en televisión en mi Erasmus, la tarde del día que volví a Coruña.