Tenía mis muchas dudas de que Royal Pains funcionara fuera de la temporada veraniega, a la que la lógica dice que pertenece. Esta minitemporada 2.5 que acaba de terminar deja bastante claro que mi incertidumbre no era infundada, y que más allá del periodo estival esta serie no tiene sentido, por mucho que las audiencias digan lo contrario.
Una vez más, las situaciones forzadas, los diálogos chungos y las malas actuaciones han estado a la orden del día en esta tanda final de entregas de Royal Pains. Tampoco es tan mala como Shit My Dad Says (le daré pana a esta serie por los siglos de los siglos, sí), pero sí que clama al cielo que cosas como estas sean de las más vistas en cable. Eso es lo que me duele a mí, y la cura no es que Hank venga a echarle un ojo al tema, sino que se pire para siempre.
Pero bueno, vamos a dejarnos de obviedades y comentemos un poco lo que ha pasado. Todo el mundo sabía desde el momento en el que se nos comunicó que tenía que participar en un matrimonio concertado que la cada vez más insoportable Divya no se iba a casar con el marido ese de pega que le pusieron. Probablemente la trama de esta chica haya sido una de las cosas más previsibles que he visto en una serie durante los últimos tiempos. Sé que en un futuro no muy lejano, Evan acabará con ella, las cuestiones son más bien el cuándo y el cómo. En algún momento Paige tendrá que desaparecer de la imagen, y pienso que cuando esto suceda será el instante que Divya aproveche para pegar el zarpazo.
También era previsible que Hank acabara con Jill, a pesar de que metieran por el medio a la doctora rubia esta para darle una emoción a la cosa que nunca llegó. Iba a decir que nada del otro mundo en ese frente, pero es que toda la serie es nada del otro mundo, y como no es buena escritura el reiterar redundancias paso.
Quizá lo único mínimamente interesante haya sido la historia del padre de Hank y Evan, y la de Boris y Marisa, que son los solitarios intentos que hace la serie por tener unos arcos argumentales un pelín ya no pasables, sino con una pizca muy pequeña de complejidad. La manera de intercalar a los tres personajes teniendo al noble alemán en el centro de la pirámide ha sido un pobre highlight de una temporada bastante mediocre por no decir otra cosa, y que aún así, una vez más, volvió a resultar en un desenlace previsible aunque demasiado acelerado, con la decisión de ir a la cárcel del padre a pesar de dudar hasta el último momento de si aceptar la oferta de Boris y fugarse o hacer lo honorable.
Como véis, todo bastante olvidable. Realmente, no sé por qué continúo viendo esta serie si sé que no me aporta absolutamente nada de nada, así que me voy a plantear si seguir con la tercera temporada cuando la estrenen en verano o directamente pasar de ella. Veremos como está mi calendario seriéfilo de aquellas.