No voy a nombrar cuál es para evitar espoilers, pero si habéis visto cierta serie británica el año pasado, igual recordáis un momento en el que el prota se lleva una pistola a la boca y se pega un tiro delante de las cámaras para diversión del personal. Pues resulta que una vez más, la realidad supera a la ficción, y por veinte años de diferencia. No sé si conocéis la historia de Budd Dwyer.
Budd era un político norteamericano perteneciente al Partido Republicano, con una larga carrera como representante del pueblo primero en el Congreso de Pensilvania y más tarde en su Senado. En 1981, consiguió ser nombrado Tesorero de Pensilvania. Larga historia resumida: en 1986 le pillaron aceptando sobornos a cambio de otorgar contratos valorados en 4.6 millones de dólares a una empresa de California. Al Governador de aquel entonces le llegó un informe sobre estos hechos, por lo que el Fiscal General de los Estados Unidos abrió una investigación que efectivamente probó de manera satisfactoria la implicación de Dwyer en la trama. Así que le ofrecieron un trato, si confesaba y testificaba contra los demás implicados, se le rebajaría la sentencia. Él se negó, y acabó siendo pronunciado culpable de todos los cargos de los que se le acusaba.
Ahora bien, las leyes de Pennsylvania tienen truco: hasta que saliera la sentencia, Budd Dwyer seguía siendo Tesorero, y ésta estaba prevista para el 23 de enero de 1987. Así que convocó una rueda de prensa para el día 22 con el objetivo de seguir vendiendo su inocencia y anunciar que, a pesar de todo, él no iba a dimitir. Se le veía nervioso, tenso, pero era algo comprensible teniendo en cuenta todo lo que le estaba pasando en ese momento. Por el resto, era una rueda de prensa normal y corriente para aquellos tiempos. Empezó a leer su discurso, hasta que de repente, se calló unos segundos, miro a cámara y pasó de los papeles que tenía enfrente para decir lo que verdaderamente quería decir:
I’ve repeatedly said that I’m not going to resign as State Treasurer. After many hours of thought and meditation I’ve made a decision that should not be an example to anyone because it is unique to my situation. Last May I told you that after the trial, I would give you the story of the decade. To those of you who are shallow, the events of this morning will be that story. But to those of you with depth and concern the real story will be what I hope and pray results from this morning–in the coming months and years, the development of a true Justice System here in the United States. I am going to die in office in an effort to «…see if the shame[-ful] facts, spread out in all their shame, will not burn through our civic shamelessness and set fire to American pride.» Please tell my story on every radio and television station and in every newspaper and magazine in the U.S. Please leave immediately if you have a weak stomach or mind since I don’t want to cause physical or mental distress. Joanne, Rob, DeeDee – I love you! Thank you for making my life so happy. Good bye to you all on the count of 3. Please make sure that the sacrifice of my life is not in vain.
Extraído de http://en.wikipedia.org/wiki/R._Budd_Dwyer
Cuando terminó de explayarse a placer, entregó a sus ayudantes tres sobres que contenían su nota de suicidio, una tarjeta de donante de órganos y una carta al Gobernador; e hizo esto (cuidado, son imágenes muy pero que muy fuertes). Dicen las malas lenguas que la razón verdadera es, como no, el dinero. Si Budd hubiera sido sentenciado, su mujer no habría podido cobrar los beneficios estatales y su pensión, que parece que ascendía a una buena cantidad y que habiendo muerto él mientras ocupaba el puesto pudo recibir.
El quid de la cuestión es que la rueda de prensa estaba siendo grabada por muchas estaciones locales de televisión para dar la noticia en los informativos de la noche. Por lo tanto la gran pregunta es cómo tratar estas imágenes a la hora de televisarlas. ¿Las emites completas y sin censura, congelas la imagen y dejas el audio, paras todo antes de que pase o directamente no pones nada? Las cuatro opciones fueron utilizadas por otras tantas estaciones diferentes. Esta cuestión llevó a un gran debate sobre qué se puede emitir y qué no, y hasta dónde llega la frontera entre la información y la emisión de imágenes perturbadoras porque sí.
Si fuera a día de hoy, yo probablemente hubiera tomado la opción de congelar la imagen, dejar un audio, y subir el vídeo entero sin censura a la web para que lo vea quien quiera bajo su propia responsabilidad. Ahora, en 1987 no sé que decisión hubiera tomado. Lo que es innegable es que es tanto una escena como un dilema moral dignos de la última temporada de The Wire.