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La que se repite

7 Ago

Este para mí es el verano de La que se avecina. Después de años de no hacerle ni puto caso -como a casi todas las series españolas, la verdad- un día pillé las repeticiones que echan en FDF, me quedé a verlas y me gustó. Así que decidí ir a seriesyonkis y darle una oportunidad más en serio y hasta ahora, que acabo de empezar la cuarta temporada.

La primera cosa que salta a la vista tras un visionado compulsivo es que no es una serie que resista un visionado compulsivo. Una de las bases del humor característico de La que se avecina es la repetición y el uso de catchphrases, hasta el punto que se podría decir que intenta beber de series clásicas como Peanuts (la escena de Estela Reynolds en el columpio) o incluso salvando la distancia, que es equivalente a la de la Tierra con Alfa Centauri, Arrested Development (el «merengue, merengue» con bailecito y la gallina de GOB). El problema es que no hace caso a los anuncios de tráfico y no bebe con moderación, se pilla unos pedos del quince y acaba repitiéndose más que el ajo. Está bien usar catchphrases, pero si las machacas demasiado pierden su impacto y la gracia de ver al personaje soltarlas, y más cuando salen dos o tres veces por capítulo. «Antonio Recio, mayorista, no limpio pescado», «¿Qué somos, leones o huevones?» o «Fernando Esteso me chupó un pezón» ya han perdido gran parte de su gracia.

Y no es el único punto en el que se repite. A partir de la tercera temporada La que se avecina ha hecho lo que ninguna serie debe de hacer jamás: acomodarse en una fórmula. Aunque desde el principio usa la estructura de tres tramas por capítulo -muchas veces desechando la continuidad establecida en episodios anteriores, por cierto-, lo que está reflejado en los títulos, en sus inicios estaba mejor repartido el tiempo en pantalla entre todos los vecinos, pero a partir del tercer año pierde ese equilibrio y pasa a centrarse en darle una trama a Amador intentando un plan descerebrado para recuperar a la Cuqui, otra al Recio intentando un plan descerebrado para algo de la comunidad o de su mujer, y la tercera a las chicas del Ático o a Estela Reynolds. Y a partir de ahí, agrupan a los vecinos en camarillas alrededor de estos personajes principales. Al principio estaba bien y hacía gracia, pero ahora también cansa. Y cansa más cuando aún encima, repites tramas. La del alquilar el piso del moroso, para que el nuevo vecino de problemas y tener que inventar alguna argucia para echarlo, o la de que Amador venda sus servicios sexuales para ganar dineritos con desastrosos resultados las he visto por lo menos dos veces. Pasa lo mismo con el arco argumental principal de las temporadas tres y cuatro: en la tercera el Recio busca al moroso y en la cuarta al amante de su mujer.

Parece que la pongo a parir, y es así a medias, sí. Pero La que se avecina sigue teniendo sus cosas buenas, por supuesto. Y en mayor número que la gran inmensidad de las series españolas. Por ejemplo, y esto todo le mundo lo sabe, el punto más fuerte de esta serie son sus personajes. Están perfectamente definidos, y suelen tener más de una capa emocional, lo que es bastante en los tiempos que corren. Esto se nota sobre todo en Enrique Pastor, Lola (que para mí está infravalorada) y Amador, que muchas veces se debaten entre el amor y la comunidad o entre la locura y el sentido común. Además, los actores están bien, son creíbles en sus papeles y saben hacer que el humor físico funcione. Antonio Recio no sería Antonio Recio sin la capacidad de Jordi Sánchez de tirarse por los suelos, dar palmadas o pegar saltitos de forma curiosa. Quizá el weakest link sea Vanesa Romero, pero también hay que decir que desde Aquí no hay quien viva ha dado un salto cualitativo como actriz (de mala con ganas a simplemente creíble).

Dicho todo esto, mi veredicto es que, por culpa de tanta repetición machacona, La que se avecina es una serie que jamás me compraría en DVD. Ver un capitulillo suelto puede sacarte sin problemas de esos momentos de tedio irremediable e incluso sacarte algunas carcajadas, pero tragártela como si de bombones Godiva se tratase puede sumirte en él.

El efecto Águila Roja

26 Ago

Águila Roja me parece una mierda de serie. Empezando ya por el hecho de ver a un ninja en el Siglo de Oro español, pero es que además los efectos especiales son cutres, la historia tiene unos agujeros impresionantes y las actuaciones pues no son muy allá. Empecé a ver la primera temporada en la tele cuando se estrenó, y aguanté creo que cinco capítulos más o menos, antes de que la vergüenza ajena me hiciera dejarla.

Dicho esto, tengo que reconocer algo: Águila Roja, ayudada por El Internado, ha marcado un antes y un después en lo que a series de televisión españolas se refiere, y a pesar de todo, era necesaria una historia como esta para hacer evolucionar a la tele. Sus audiencias han hecho que por fin las cadenas generalistas se replanteen el ir más allá de las series de familias costumbristas, policías, médicos o abogados.

Y ese replanteamiento ha llevado a un cambio claro. Sólo hay que echarle un ojo a las series que están preparando Telecinco y Antena 3 para la temporada que entra, así que echémosselo:

– Telecinco

  • 2055: Serie de ciencia ficción sito en una estación orbital que a la vez es una cárcel (algo que sinceramente no creo que pase a cuarenta años vista). Allí se desarrollará un thriller romántico.
  • Soldados del Desierto o Soldados a secas: Sobre el día a día de un destacamiento militar español en Afganistán. Belén Rueda será la prota.
  • Tierra de Lobos: Un tío llamado Lobo, padre de tres hijas, es el cacique de un pueblo al que llegan dos hermanos atracadores a los que les sale mal un golpe, y que intentarán seducir a dichas hijas. Está ambientada en el siglo XIX, y parece ser que va a tener elementos del western y las pelis de acción para retratar la lucha de clases y caciquismo. Cuenta con María Castro, Nicolás Coronado, Antonio Velázquez y Adriana Torrebejano.
  • Piratas: Rodada en Galicia y ambientada en el siglo XVIII, empieza cuando un noble venido a menos (Óscar Jaenada) conoce a una pirata interpretada por Pilar Rubio. Promete mucha acción y muchos fuegos artificiales.

– Antena 3

  • El Barco: Un buque escuela se encuentra con que después de una gran tormenta, la tierra firme ha desaparecido. Estará Mario Casas. ¿Waterworld meets Gran Hermano?
  • Hispania: Esta es la que a mí me llama más la atención de todas. Cuenta la historia de Viriato, ese héroe lusitano del siglo II a.C que luchó por echar a los romanos y dominó media Península Ibérica. Está ya bastante avanzada y salen Ana de Armas, Antonio Gil, Manuela Vellés, Roberto Enríquez, Juan José Ballesta, Lluis Homar o Jesús Olmedo, entre otros.
  • Bandolera: Va de una escritora inglesa del siglo XIX que viaja a Andalucía en busca de temas para escribir. Allí acabará siendo la líder de una organización que lucha a favor de los jornaleros conocida como la Mano Negra.
  • La Reina del Sur: Coproducida con Telemundo, y basada en la novela de Pérez Reverte, narra la historia de una mujer mexicana que llega a Madrid y se mete en el mundo del narcotráfico. La prota será ¡Kate del Castillo!, sí, Pilar Zuazo en Weeds, y salen también Mónica Estarreado, Nacho Fresneda, Cristina Urgel, Iván Sánchez y Miguel de Miguel.
  • El Tiempo entre Costuras: Basada en la novela de María Dueñas, va de una modista que abandona la Madrid de antes del alzamiento de Franco para irse a Tánger.
  • Después hay dos sitcoms encargadas y alguna miniserie como La Princesa de Éboli, con Belén Rueda (a esta chica no le falta trabajo, no), Eduard Fernández y Hugo Silva, que narra la historia de una mujer avanzada a su tiempo en la época de Felipe II, o Tormenta, dirigida por Daniel Calparsoro y con Patricia Vico, Patricia Montero, Asier Etxeandía y Adam Jezierski, y que va de un experimento en una clase sobre la xenofobia, en los que dividen a los alumnos en nacionales e inmigrantes y los hacen competir por cosas (¿alguien dijo plagio de Die Welle?) .

Como vemos, tenemos de todo: ciencia ficción, ficción apocalíptica, series históricas… Y algunas con, a priori, muy buena pinta. Ahora sólo falta que sean pasables (ya no pido ni buenas).