Me imagino que a estas alturas seré el único matado que sigue viendo The Event. Y es normal, porque después de esa tanda de capítulos que se marcó antes de que la mandaran a hacerse un hiato, yo también hubiera seguido el mismo camino si no fuera por mi masoquismo seriéfilo. Y sin embargo, al final resulta que igual no hice tan mal al continuar dándole oportunidades.
No me malinterpretéis, la serie continúa teniendo una cantidad de problemas bastante importante. Los actores que ya eran malos siguen siendo igual de malos y sigue habiendo algunas situaciones y tramas que aunque las cojas con pinzas resbalan más que un consolador recién usado en una pista de curling. Pero aunque no lo creáis, el cambio de showrunner y el parón para reformular el show le han venido muy bien.
Lo que más salta a la vista al enfrentarse a la nueva y mejorada The Event es la eliminación de los flashbacks lostianos. Este recurso tiene un problema muy evidente: si no se sabe usar bien corta completamente el ritmo de la narración y descoloca al espectador. Precisamente esto era lo que le pasaba a la serie de la NBC, y era de lo que también sufría, sin ir más lejos, FlashForward. Aquí estaban totalmente metidos con calzador, lo que combinado con la sensación de estancamiento argumental constante equivale a lo más temido a la hora de ver una serie: aburrimiento mortal.
Los guionistas también lo saben, y se han puesto manos a la obra para solucionar ese «pequeño» problema. Así que han pasado de seguir dándole más y más capítulos (nueve fueron más que suficientes) a la pareja más insoportable de la temporada televisiva 2010/2011, Sean y Leila, corriendo como pollos sin cabeza a lo largo y ancho de Estados Unidos, cerrando de paso toda la trama de la organización secreta, y luego los han separado. Una cosa que puede parecer una chorrada elemental, pero que ha cambiado por completo el paradigma de la serie, que ha pasado de combinar una narración omnisciente (Martínez vs. Sophia vs. Thomas) y otra subjetiva (Sean y Leila), a ser completamente omnisciente. Y el saber qué está tramando todo el mundo ha permitido mejorar muchísimo el ritmo y ha conseguido darle un interés inusitado a la historia.
La definición de personajes y el cambio de obejtivos de alguno de ellos también ha tenido un impacto bastante profundo en la serie. Separar a Sean y Leila, por ejemplo, han pasado de ser gilipollas profundos a gilipollas ligeramente soportables, pero no son los únicos que han cambiado. Martínez y Sophia son quizá el ejemplo más claro, que para darle alas a la trama han pasado de diplomáticos buscando una solución a guerreros casi sin escrúpulos. Blake, quien para poder seguir dándole el contrapunto al Presidente ha tenido justamente la evolución contraria a él, también destaca bastante en este sentido si bien su proceso de reconversión ha sido mucho más forzado que el de los demás. Además, no se han cortado un pelo a la hora de matar personajes que no servían para mucho y meter algunos nuevos, y parece que esa tendencia no va a decaer en un futuro cercano.
El resultado de todos estos cambios es una The Event nueva y mejorada, que ha pasado de basarse en recortes y refritos de las grandes y no tan grandes series del género a algo parecido a tener un mínimo de personalidad propia, y una historia que está en un punto bastante interesante. Incluso me da cierta pena que no vaya a tener una segunda temporada para continuar esa evolución. Pero a pesar de todo, el problema principal es insuperable: es demasiado tarde. Hace tiempo que todo el mundo la dio por perdida.